Gracias a las redes sociales y la proliferación de las webs de ofertas y cupones tienes acceso a demasiada información de posibles compras que normalmente no son compras totalmente racionales.
Las marcas han visto un filón donde agarrarse con la situación económica actual y todos aquellos artículos que en las tiendas propias quedan más de adorno que de artículo a la venta, son devorados por los usuarios de estas webs. Parece mentira que cuando aparece una promoción a las 8 de la mañana, en pocos minutos ya no quedan la mayoría de los productos i en muchos casos ya no son productos muy baratos como en los principios del modelo. El concepto outlet ha sido un gran descubrimiento para las marcas que han visto una posibilidad nueva de compra compulsiva con el argumento de un gran descuento. Dados los malos tiempos que corren, toda aquella compra que signifique un ahorro considerable parece que no es tan mala para la economía familiar y si sumamos que tienes poco tiempo, voilà! ya tienes la fórmula mágica.
Pero, ¿qué pasa cuando el usuario tiene multitud de opciones de servicios de outlet online o compras grupales? Que sin darse cuenta está gastando el mismo importe que antes en objetos que la mayoría de veces no eran de primera necesidad o no era una cosa de especial ilusión. Además no es la prenda por ejemplo que llevarás más porque como no te lo has podido probar seguramente no es la que te queda mejor, eso si, es de la marca que tiene otras pendras que te encantan. Está claro que estoy generalizando y no estoy destrozando el modelo de venta porqué ofrece la posibilidad de adquirir productos a un precio asequible de marcas conocidas, pero como todo en la vida, en exceso es malo.
Lo único que si analizamos el mercado, tenemos una clase alta que parece ser que no está sufriendo del todo y sigue comprando productos de un precio muy alto y tenemos la clase podríamos decir más humilde que no puede acceder a estos productos ni con un descuento. Entonces nos queda una clase media totalmente destrozada que cuando se de cuenta que está gastando lo mismo y que no está ahorrando deberá poner el freno.El consumo baja cada vez más pero a raíz de un pez que se muerde la cola, si no hay sueldos dignos y los gastos fijos siguen sin bajar considerablemente ( quiero decir, alquileres, suministros, cesta de la compra, impuestos, etc. ), ¿donde queda el destinado al consumo? Sin darnos cuenta, nos estamos frustando porque cada vez aparecen más productos «de moda» y menos poder adquisitivo para adquirirlos. Entonces, ¿cuál será el siguiente paso? Las marcas no pueden mantener este nivel de promociones eternamente y el consumidor si ha comprado un artículo a un precio, no lo querrá comprar después a un precio más elevado. Cuando el precio no sea el mismo ya encontrará un nuevo producto que está en promoción y es nuevo y «de moda».
¿Nos estamos cargando la fidelización? ¿Llegará el momento de la compra efímera? Es decir, el único valor del producto será su descuento y no sus atributos o necesidades cubiertas. Cada vez más encuentro gente que comenta: «¡Qué camisa tan bonita!», y al segundo el otro responde: «Y me ha costado cuatro duros», como si el alarde de un gasto elevado ya no sea motivo de fardar. Ahora lo más «in» es tener artículos de una marca conocida y gana quien ha pagado menos por él.
La clase media necesita seguir acumulando objetos pero ahora no es su valor el que premia, sino su descuento en la adquisición.