Prueba a conversar mientras andas

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Esta mañana he acompañado mis hijos al colegio. Me encanta este momento para hablar con mi hijo mayor ya que tanto uno como el otro no podemos hacer otra cosa, estamos focalizados en andar y hablar. Probad a conversar con alguien cuando andamos. En cualquier otro momento puedes estar pendiente del móvil, o hacer una lavadora para aprovechar el tiempo, o despistar tu mente en alguna otra actividad. Los niños son tremendamente susceptibles de despistarse, es muy complicado tener su atención. Su mente va a una velocidad de vértigo y tienen esa sensación física y mental de poder hacer todo, sin ataduras ni responsabilidades.

En otros momentos he intentado conversar con él, pero se despista cogiendo algún juguete o yo mismo puede que reciba un whatsapp y me despiste. Pero he aprendido a andar con la cabeza en alto, mirar a mi alrededor y sumarle tener una buena conversación con alguien que me acompañe. Todas las mañanas veo a padres o madres que convierten esta parte del día en algo rutinario. Van corriendo, arrastrando con el brazo a los niños y repitiendo: «Vamos rápido, qué llegamos tarde». En el peor de los casos, mirando el móvil y estando en silencio. ¡qué pérdida de tiempo!

Ya hace tiempo que a mi pareja, cuando me preguntaba: ¿Quieres que tomemos algo? Yo muchas veces le decía: ¿Podemos andar? Me encanta andar. Supongo que mi pasión viene de cuando era pequeño y mis padres los fines de semana, me llevaban a andar de casa hasta Colón, pasando por Passeig de Gràcia, Rambles, Porta Ferrisa… Cualquier turista pensaría, que afortunado poder hacer este recorrido cuando quieras. Pues sí, poder andar por estas preciosas calles no tiene precio, por eso quiero tanto Barcelona. Me gusta andar perdiéndome sin rumbo y descubrir rincones donde hay historias ocultas que sólo los guías saben. Pero este es otro tema del que hablaré en breve ;p

A lo que íbamos, cuando ando me focalizo en mover una pierna y la otra y mirar a mi alrededor. Eso cuando voy sólo. Me prohibo mirar el móvil. ¿Cómo puedes estar mirando el móvil pudiendo ver un teatro efímero que han montado donde coches, bicicletas, personas, se mueven e interactúan. Y cuando acompaño los niños al cole (es importante el matiz, no llevo los niños al cole, los acompaño), incorporo la conversación. Lo tengo atrapado, sólo para mí, para disfrutar de su creatividad y espontaneidad.

Cuando andábamos me dice: «Yo de mayor quiero ser maestro, tú que quieres ser de mayor?» Me río y le digo, yo ya soy mayor y «hago marketing». Odio esta expresión. Hasta no queda bonito cómo dices nuestra profesión. Soy médico, soy abogado, soy economista, soy emprendedor, ¿soy marketero deberíamos decir? Qué horrible. Después de explicarle lo que hago le digo: «Si tuvieras una tienda de zapatos, con lo que te he dicho, ¿qué harías para que viniera gente a tu tienda?» y me dice: «Poner un cartel que ponga: Zapatos». Maravilloso, tan simple, tan básico, tan genial. Y después me dice: «Pondría un Pessebre, porqué a la gente les gusta los Pessebres y vendrían a la tienda y pondría arriba que vendo zapatos». He pensado, acaba de resumir en dos acciones los principios del Marketing que muchos que se dedican a ello no saben:

  • Decir a que te dedicas de la manera más sencilla y entendible
  • Atraer la atención para que vengan a tu tienda y una vez allí recordarles que haces eso que necesita.

Descubrir eso de tu propio hijo no hubiera pasado si no los hubiera acompañado, si no hubiera andado y no tuviera la predisposición de disfrutar hablando con él.

En estos momentos tan difíciles, cuando puedas, deja todo lo que estás haciendo y anda, corre o pedalea. Y si puedes, si hace falta a una distancia de seguridad, habla y escucha. Te lo recomiendo.

La languidez y sus cosas Yo, mi, me, contigo

Hace unos días leí un artículo de el NewYork Times muy interensate sobre la languidez. Al leerlo me di cuenta que muchos de los síntomas que hablaba el artículo me estaban pasando en esos momentos. Una de las cosas que más me gustó es que decía que lo importante era ponerle nombre a las cosas. Que una vez le poníamos nombre nos podíamos aliviar un poco, ya que ya sabíamos cómo tratarlo. Que después consiguiéramos superarlo o mejor dicho sobrellevarlo ya "son figues d'un altre paner" como decimos en catalán, que he buscado en internet y en castellano se dice "harina de otro costal". Que curioso, en catalán hablamos de higos y en castellano de harina. Ya me ha picado la curiosidad y he buscado como se dice en otros idiomas. En inglés es "It’s a different kettle of fish" que literalmente sería "esto es un hervidor de pez diferente" o también se dice “It’s a horse of a different color“, aquí ya no va relacionado con comida, ya hablan de caballos y colores. Que me deciís de los franceses, por proximidad tendrían que hablar de higos o comida, pues no, se van "con la música a otra parte" y hablan de “c’est une autre paire de manches”, es otro par de mangas. "Éramos poco y parió la abuela", pero que estos no hablan ni de comida, ni de ánimales y colores, que hablan de mangas de una camiseta. Los franceses siempre han ido muy ligados a la moda y nosotros hablando de higos. Los italianos podrían hablar de harina, ingrediente básico de su pasta, pero no, deciden hablar de peces como los ingleses, "è un altro paio di maniche", es una olla de pescado diferente. Los italianos e ingleses, pueblos hermanos a ráiz de esta frase hecha. Debería investigar esta relación, pero ya sabes, la languidez. ¿Y los alemanes? "ein ganz anderes Paar {n} Schuhe" (perdón mi alemán de Mallorca, será por mi apellido mallorquin), los alemanes a lo suyo hablando de zapatos. Puede que surgiera en la época de la lucha de los dos hermanos Adolf y Rudolf Dassler, fundadores de Adidas y Puma respectivamente. Bueno, después de perder el hilo, volvemos a centrarnos en nuestro tema. Otro de los síntomas de la languidez, la falta de concentración. Ya la cabeza de por se se va "por los cerros de Úbeda", nooooooo, más expresiones no. Centrémonos. Pues eso, la languidez, mal surgido de la pandemia a la que le hemos puesto nombre como muchas otras cosas que pasan sin darnos cuenta. Ponerle nombre tiene un problema también, que ahora todo el mundo sufre de languidez. Y a cualquier falta de ánimo por desidia, vagueria o falta de motivación, le vamos a decir que la languidez lo ha atrapado y ya vamos a tener excusa. "Es que el pobre sufre de languidez", "esto es la languidez, ya sabes", "tenemos que hacer algo con esto de la languidez". Saldrán remedios, grupos de terapia y charlistas que ampliarán su título de coach para ser "expertos en languidez. O mejor aún, "Pilates contra la languidez". Y los más originales descubriran que nadar con delfines es buenísimo para la languidez. En definitiva, tenemos que poco a poco ir superando el peor mal de esta pandemia, el distanciamiento social. Al recluirnos en nuestras casas, hemos dejado de experimentar, descubrir, vivir como estábamos acostumbrados. Nos han vendido que online lo podemos hacer, pero si de algo nos ha servido la pandemia es que hemos descubierto que el mundo online es un mal necesario. Que ya no podemos vivir sin él y lo necesitamos, porque en muchos aspectos nos ayuda a realizar ciertas actividades que podemos hacerlo de una manera más cómoda, pero en ningún caso, sustituye nada. Para crear hay que vivir y esto nos lo han arrebatado fruto del miedo que aún tenemos. Y hasta que no nos quitemos ese peso, la languidez se apoderará de nuestras vidas.
  1. La languidez y sus cosas
  2. El nuevo destape: Lo que la mascarilla esconde
  3. La Manzana, esa fruta segundona
  4. Olivia Express es nombre de mujer
  5. Lo siento, pero no estoy inspirado

 

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